«Dejar la zona de confort y aceptar el desafío que implica una nueva actividad puede ser una actitud valiente. Un riesgo deseable que nos llevará a crecer profesionalmente. Pero si la decisión fue mal calculada, también puede representar el ingreso a una zona de peligro que solamente sumará frustración a la carrera y que puede no tener vuelta atrás.»
Artículo escrito por Milton Beck
Prepárate y planifica para salir de la zona de confort
Mucha gente decidió subir el Everest en los últimos años. Pero no todos se prepararon con el rigor que escalar la montaña más alta del mundo exige. El día 27 de mayo, el turista estadounidense Christopher John Kulish, de 61 años, murió a causa de un problema cardíaco luego de llegar a la cima. Él fue el 11º alpinista que no regresó durante esta temporada, una de las que tuvo mayor número de incidentes fatales desde 2015. Esta noticia me remitió a un tema recurrentemente discutido en el mundo corporativo: la zona de confort (ese lugar seguro en el que nuestro desempeño es satisfactorio sin necesidad de grandes esfuerzos) y la idea establecida de que debemos salir de ella.
Hice una analogía entre los alpinistas aficionados -que se embarcan en una aventura del tamaño del Everest sin el debido entrenamiento en montañas menores ni el estudio necesario sobre las peculiaridades del lugar- y los profesionales que toman demasiados riesgos a la hora de cambiarse de posición, de industria o de abrir un negocio. Ponencias y artículos motivacionales basados en teorías de liderazgo contemporáneas suelen incentivar a los profesionales a salir de sus zonas de confort. Pero uno de los indicadores de que no siempre esa es la mejor elección es que una de cada cuatro empresas en Brasil cierra antes de cumplir dos años. Claro que hay otros motivos para que un negocio no prospere, pero muchos podrían descartarse si se hiciese un análisis previo más realista y minucioso.